Las películas de Anne Charlotte Robertson (1949-2012), rodadas la mayoría en súper-8, documentan los efectos del trastorno bipolar que padeció, sus crisis nerviosas e internamientos en centros psiquiátricos. Filmando sus sentimientos y vivencias de un modo íntimo, directo y crudo, pero no exento de humor, las diferentes capas sonoras —en particular la voz de la cineasta— generan una emotiva reflexión introspectiva y ensayística sobre su propia vida, que mostró en su proyecto Five Years Diary (1981-1997). Tras ver su cine, Jonas Mekas le envío una carta: «Estoy abrumado con lo que he visto. No creo que sea yo el film-diarista: ¡Eres tú! ¡Eres tú! Me he quedado conmovido y no he podido dormir en toda la noche pensado en ello». La sesión se completa con una película de Carole Schneemann, que fue una de sus grandes influencias, y la oda final que Saul Levine, quien fuera su tutor en el Massachusetts College of Arts, realizó tras su entierro.
